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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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30-01-2012

 

 

 


 

 

 


Ver los árboles y no ver el bosque

SURda

 

 

Fernando Moyano

 

 

Una opinión personal

El que los compañeros de la 810 se entrevistasen con Mujca, lo hiciesen en forma reservada, en su chacra incluso, y que sostuviesen pública y aparatosamente la mentira de que esa entrevista no había existido, motivó duras críticas.  No puede ignorarse que pocos días antes, esos mismos compañeros criticaron a otros dirigentes de AEBU por haber mantenido conversaciones reservadas con el gobierno, a espaldas del sindicato.
Escribo estas líneas porque creo que aquí están planteadas algunas cuestiones generales de la tarea de la construcción política, que no son tan lineales como se las presenta. 
Vamos por partes. 
Antes que nada, cualquiera tiene pleno derecho a criticar a cualquiera, dirigente o no. Si construimos un partido revolucionario, movimiento, agrupación, encuentro, o lo que sea, todo integrante de ese ámbito por más "soldado raso" tiene pleno derecho a sostener abiertamente:  "Los dirigentes de esta organización son todos una manga de culos rotos".  Si empezásemos a negar o recortar o "reglamentar" ese derecho, no tendremos nada.
Y tan así como hay militantes de nuestra izquierda radical que critican con pleno derecho a los dirigentes de la 810 por mentirosos y verseros, algún otro puede  ponerse a criticar a los que los critican, como yo lo hago aquí, otros me criticarán a mí, y así sucesivamente. Trataré de bajar la pelota al piso.
Toda lucha incluye negociación y posibilidad de acuerdos con enemigo. Esto es y será así hasta que no estemos en el día en que lo único que le pidamos al enemigo es su rendición incondicional; y falta para eso.
Que la posibilidad de una negociación arranque de alguna instancia reservada que quiera conservarse así en un primer momento, no es nada extraordinario. Los revolucionarios somos contrarios a la diplomacia secreta y los conciliábulos a espaldas de las masas. Eso no quiere decir que nos neguemos a que pueda existir algún primer acercamiento reservado para intentar una negociación, que se hará pública después en su momento, si fructifica. Es cosa de sentido común. 
Pero nos parece absurdo meter en una misma bolsa, por un lado, el contacto orgánico y permanente que la mayoría oficialista de AEBU tienen con gente del gobierno, oculto y a espaldas del gremio, hecho para planificar la manipulación de los conflictos y la liquidación de las conquistas de los trabajadores, y por el otro una reunión puntual de una dirección que está al frente de un conflicto duro, que trata de sondear una posible salida, y va a esa reunión sin entregar nada ni arriar ninguna bandera. La reserva provisoria de ese contacto fue una necesidad puntual de las circunstancias, y se hizo dando cuenta a la dirección del sindicato.
El actual conflicto bancario surge por el empuje de abajo de los trabajadores que rechazan la política entreguista de la dirección sindical oficial. Eso no quiere decir que sea una revuelta espontánea que se mueva por sí misma y sin conducción. Existe una conducción clasista y combativa que está bajo la responsabilidad de los compañeros de la 810. 
Esta es una diferencia entre este conflicto y otros, que los hay y muy radicalizados. Pero no todos ellos hacen retroceder a la patronal aunque sea en forma parcial y provisoria como en este caso, en que la patronal es además el gobierno mismo. No todos los conflictos radicalizados de hoy han obligado a la intervención directa de Mujica. 
¿Por qué no? Porque muchos de ellos carecen de una dirección clasista, o siquiera de cualquier dirección, o tienen una surgida en lo inmediato, tal vez formada por compañeros inexpertos que necesitan pedir agua por señas a algún sindicalista veterano.
En cambio el conflicto bancario cuenta con una dirección orgánica basada en una agrupación clasista, con experiencia de muchos años, que ha formado su vínculo con la base del gremio entre otras cosas participando también en todas las instancias posibles de la vida sindical, sin hacerle asco a las burocráticas cuando hay que estar allí. 
Si empezamos por negar la importancia de este factor dentro de la lucha ¿para qué discutiríamos? Si no fuese importante contar con una dirección clasista orgánica, entonces todo este problema carecería de sentido. Y si ese factor importa, empecemos por reconocerlo y valorarlo allí donde existe.
Se puede sostener también y con razón que la ventaja de los trabajadores bancarios es su lugar clave en el sistema financiero. Es cierto, pero lo mismo podría decirse de algunos otros casos que han aprovechado posiciones diferentes pero comparables en importancia, desde los anestésico-quirúrgicos hasta los policías. 
Aprovechamos, ya que mencionamos a los policías, para introducir una crítica al volante de la 810. Hace mención a distintos gremios que podrían sumarse a la marcha a Punta del Este, pero no menciona el conflicto policial. Soy partidario de la sindicalización de la policía y del ejército. Invito a los militantes de nuestra izquierda radical a debatir estos temas sin prejuicios, y responderé a las objeciones que me hagan. Ese es uno de los tantos temas excluidos de la discusión por el hábito conservador que tenemos de respetarnos mutuamente los prejuicios. Ojalá esto sirva para romper ese hábito. Por ahora, sigamos con nuestro tema. 
Si este conflicto ha logrado avanzar un paso más que los otros, es gracias a la dirección que tiene.
Es un equipo de compañeros que comete errores.  Ya que, por suerte, el destino nos ha liberado de los dirigentes geniales que nunca cometen errores.
Es un equipo heterogéneo de compañeros con orientaciones políticas diferentes y también con sus características personales, sus vicios y mañas diferentes, ya que así son los colectivos porque son precisamente eso.
De una dirección en plena pelea no esperamos que se haga una autocrítica cada día y a cada tropiezo. Esperamos en todo caso esto que vemos aquí, que si consideran que deben defender lo que hicieron, lo hagan francamente, públicamente y abriendo la discusión.  
Cierto, se han roto varios mitos. También el de que hay que ir a la lucha, o se puede ir a la lucha, con un texto de procedimientos políticos correctos bajo el brazo. 
Desde distintos lugares hay criticas a los dirigentes de la 810. Las que he escuchado me suenan en definitiva a:  "yo lo hubiese hecho mejor".  La crítica hecha en esos términos me parece una actitud pequeña.
Si, tal vez alguien situado fuera del ojo de la tormenta pudiese haber pensado algo más inteligente. ¿Y qué? 
Reuniones reservadas con personajes del gobierno, no es la primera vez que hay, y algunas nunca fueron informadas públicamente, y las hubo de parte compañeros que hoy critican ésta. No pretendemos aquí una crítica retrospectiva a todo eso, solamente que se debe aplicar la misma vara para uno mismo y para los demás.
También es evidente que algunos compañeros que alzan una voz crítica pudieron tener acceso al conocimiento de esta reunión antes de que el hecho tomase estado público, porque forman parte de ese entorno sindical y político cercano que siempre está al tanto de estos temas. Si la consideran inadmisible pudieron haberla denunciado de inmediato, en vez de esperar para ahorrarse el costo de ser ellos quienes lo publicaban.
La pregunta que nos resulta central es: ¿Sigue siendo válido buscar, como hemos hecho hasta ahora,  que la actual dirección mayoritaria de AEBU sea remplazada por otra construida a partir de la agrupación 810 ? ¿O hemos de llegar a la conclusión que ahora todos los sindicalistas bancarios de todas las tendencias , desde la 98 a la 810, son igualmente burócratas reaccionarios y corresponde rechazarlos a todos? 
En el medio del conflicto, si consideramos  que la 810 representa los mejores intereses de los trabajadores y la opción de una dirección clasista, debemos apoyarla. Las críticas siguen siendo válidas y necesarias, pero primero el apoyo. 
En primer lugar está la lealtad a la clase, a la lucha que lleva adelante la clase contra el enemigo. No es lo mismo, por lo tanto, aquel que lucha contra el enemigo -aún con errores- que aquel claudica o entrega. Y la forma en que se condena una traición no es la forma en que se puede señalar un error en medio de la lucha.
Ya lo dijeron los clásicos: una cosa es la contradicción que tenemos con el enemigo, y otra cosa son las contradicciones dentro de nuestro propio terreno. Y deben tratarse en forma diferente. 
Todos tienen derecho a trabajar por la construcción política desde su propio lugar. Pero no perdamos de vista que es eso y no otra cosa lo que se está haciendo. En este caso, los planteos críticos de las corrientes políticas no representadas o sub-representadas en la 810 de bancarios son perfectamente válidos,  pero son eso . Vamos ahora a un punto muy polémico. Los compañeros de la 810 mantuvieron la mentira aun después que la entrevista con Mujica se conociese por rumores; junto con esto aparece también el tema de los ingenuos que cayeron en la trampa.
Mantener un acuerdo con el enemigo y esperar a que sea él quien lo traicione primero en forma notoria no siempre es equivocado, y no significa necesariamente ser ingenuo. En cambio, suponer que solamente los ingenuos caen en las trampas, eso sí es ser muy ingenuo. El supuesto inteligente caerá mañana en la trampa contraria, cuando el enemigo le haga la finta inversa.  En cuanto a la mentira, no nos mintamos a nosotros mismos. La mentira es parte de nuestra práctica cotidiana, en la vida real no se prescinde de ella por simple voluntad.
Los compañeros de la 810 dieron una conferencia de prensa para sostener una mentira que consideraron que debían sostener. Habiendo tomado esa decisión, eligieron hacerlo con la forma más descarada de la mentira : proclamar a viva voz que se dice una verdad absoluta.
No compartimos ese estilo, aunque es sabido que esa forma de mentir puede ser eficaz, al menos la primera vez. Después deja de rendir.
Recordamos el viejo problema de las esclavas de ojos azules, que siempre decían la verdad, y las de ojos negros, que siempre mentían. La simple lógica indicaba que en ambos casos la interpelada diría que está diciendo la verdad . Por eso, cuando alguien nos diga muy enfáticamente que siempre dice la verdad, no nos estará diciendo nada. En cambio, si alguien admite francamente haber mentido y haberse equivocado, tal vez por allí algo pueda empezar.
Se ha hecho mucho énfasis aquí en el tema de la CREDIBILIDAD; que el error de los compañeros de la 810 los lleva a perder credibilidad.
De mi parte debo decir que  yo no creo en la credibilidad . Puede que ese sea mi problema y nada más. Pero sospecho que no, que hoy por hoy ya nadie cree en nadie ni en nada. La credibilidad no nos servirá, habrá que sustituirla con otra cosa. 
¿Qué cosa sería? Puede que tengamos aquí dos dinámicas diferentes y dos métodos diferentes de construcción, que llevan, o al menos pretenden, resultados diferentes. 
Una es la oposición entre distintas "vanguardias candidatas" en que cada una marca su diferencia, cuestiona a las demás por lo que considera errores o carencias, y muestra su superioridad en ideas, prácticas, recursos, en una especie de "competencia mercantil" por ganar un "mercado político". Las masas compran o no su propuesta. Para esa metodología es muy importante lograr que se sea creíble.
Como en la típica relación proveedor-cliente, el trabajador de base es aquí un receptor pasivo, un tomador de políticas. Puede quejarse, puede pedir que le devuelvan la plata, y en todo caso puede cambiar de marca. Pero no puede cambiar el producto que le viene hecho.
Esta es el estilo que subordina la dinámica del movimiento social a la construcción político-partidaria. Poco importa que el proveedor de esa política no se llame a sí mismo  "partido" e incluso reniegue de los partidos, que se considere "organización social", o que su discurso sea muy autonomista y apele a las bases. Lo que importa es que en los hechos, es ese tipo de relación el que dicta la política. Repetimos, ya no hay mas dirigentes geniales que nunca se equivocan, por suerte. El paradigma de la relación proveedor-cliente en política no ha servido. Hay que buscar otra forma.
Si se tratase de ver quién ofrece a las bases -pasivas y simples compradoras de política- el mejor producto político terminado, entonces sí errores como el de los compañeros de la 810 de bancarios son parte del problema, son la oportunidad para desacreditar un producto que compite con el nuestro.
Pero si se trata de una dinámica en que los trabajadores construyan su propia política en su propio ámbito y dentro de la lucha, habrá, para ser parte de la solución, que tener una actitud diferente cuando estemos ante un error de este tipo. Porque no se trata de ver quién hubiese hecho las cosas mejor que la dirección que está peleando.  Errores los habrá por miles. Pero primero veamos quién está de nuestro lado. Y cuándo alguien de nuestro lado acepta poner en discusión su práctica política en el acierto o en el error, aprovechemos para comenzar a construir esa dinámica en que el producto político sea construido por el propio "consumidor" de esa política. Entonces, los errores que pueda cometer una dirección que está en medio de la lucha han de ser en todo caso, nuestros errores; que deben corregirse, pero sin destruir lo que se ha conseguido.
Los compañeros que formulan hoy estas críticas a la 810 no han sido tampoco  dueños ni monopolizadores  de este error que señalamos de privilegiar la autoconstrucción, la intolerancia ante las deficiencias políticas ajenas, la soberbia, o la subvaloración de los espacios colectivos imperfectos que existen. Muchos otros compañeros de distintas corrientes y en distintos momentos  viendo los árboles sin ver el bosque  han caído en esas actitudes confiando en exceso en su propia capacidad -en muchos casos indiscutible- y en su certeza de estar en lo correcto. Y han terminado así  pagando el precio del aislamiento, que se cobra en derrotas
Entre muchos otros casos similares, l a misma 810 de bancarios ha sido también en algún momento un ejemplo de auto-aislamiento.
¡Pero un error no justifica el otro!


 
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